Saber perder

Los días previos a una partida, son como el preludio de una gran batalla. Al menos este humilde wargamer, es como lo vive. Y es que, cuando por fin logras cuadrar un día y hora con tu oponente, ese día se convierte en el día en que desconectarás de todo.

Es el respiro que te mereces. Ni más ni menos. Y partiendo de esa base, con eso deberíamos tener más que suficiente. Pero no. Los seres humanos somos así. Una especie animal que, permíteme que te de mi opinión: si se extingue, ser por méritos propios. 

Cuadrar una fecha es en muchas ocasiones todo un hito. Y cuando la tenemos, nos olvidamos del logro que supone sacar 3 horas en él día a día, para jugar a los “muñequitos”, para pasar a la siguiente fase: la lista.

La niebla se hace la protagonista del campo de batalla virtual. No hay nada en claro y mientras miras a tus tropas que, descansan en la vitrina o entre espumas de la bolsa de transporte, te ves como un general en busca de la mejor estrategia.

Yo me veo así. Tal cual o incluso más freak aún de lo que hayas podido imaginar. Pero ¿y porque no? Es quizá parte de la gracia que tiene este hobby en concreto. Que puedes vivirlo de la manera en que más feliz te haga. Y la mente es tan infinita que, por mucho que te llamen freak: no podrán entrar en tu cabeza y censurar tu imaginación.

Más allá de lo figurado, y por mucho que te pongas a posar ante el espejo con semblante serio, e imaginándote en un frente más que bélico: debes hacer una lista y no darle más vueltas a la cabeza. Porque por mucho que imagines, si no te decides rápido, eso de darle vueltas a las distintas combinaciones que puedes conjugar en Bolt Action, puede llegar a ser infinito.

¿Cómo vives los días previos a una partida?  ¿Imaginas jugadas y tiradas épicas?

«Juego la lista que me gusta. Si algo funciona porqué cambiarlo. Si te dicen que puedes y no puedes meter, ya sí le doy vueltas a la cabeza.»

-Jorge-

«La verdad es que solo paso algo de nervios si voy a un torneo, en una partida casual quizás comente alguna cosa u otra sobre las listas, las tácticas pero poco mas.»

-Domingo «Doom»-

«Intento no tener ninguna expectativa, ni buena ni mala para no llevarme decepciones ni tampoco comerme la cabeza con qué lo voy a hacer mal.»

-Pablo Battle Bunker-

«Pues depende con quien juegue, pero realmente la vivo con ilusión por el hecho de que es mi
rato de desconexión del trabajo, familia, y demás tareas. Lo disfruto y me gusta Jugar con
Amigos sobre todo por las risas y el rato previo a la partida.«

-Hugo-

Te decides y crees que has encontrado la lista que, te lo hará pasar en grande y que, además puede que funcione contra el otro jugador.  Porque no nos engañemos. Los hay que hacemos listas románticas: yo el primero. Pero no siempre voy a una partida solo dispuesto a ver que bonitas quedan las minis sobre el tablero. Hay días en que, además quieres que tu estrategia funcione tan bien como los efectos especiales de Hollywood.

Y es en ese preciso momento, cuando creas a tu pequeña fuerza “armada”, en el que las expectativas comienzan a ver la luz. Unas expectativas que, lejos de la realidad, nos hacen adentrarnos en un mundo de fantasía y proyectan escenas de lo que pasará durante la batalla, o más bien, de lo que nos gustaría que pase.

Cuando creas la lista para la partida: ¿repasas mucho las listas de tu ejército?

«Una de las cosas que más me gusta de Bolt Action es que la lista no suele ser algo determinante, por lo tanto intento buscar cosas que creo que pueden funcionar o cosas «raras» que quiera probar en esa determinada partida e intento partir de 0. Creo que, si es algo que en principio no es muy absurdo, todo puede funcionar de una manera o de otra. Además, por esa «despreocupación», intento no darle muchas vueltas a la lista ni hacer varias listas para la misma partida.«

-Rubén «Memorias de un novato»-

«La verdad es un aspecto al que no presto mucha o demasiada atención. Para mí es más bien un aprendizaje de otro aspecto concreto del hobby. Me siento bastante “parguela” en comparación con otros jugadores que tienen mucho más conocimiento y yo de echo tiendo a utilizar listas ya echas o de las que veo que me gustan. Solo juego las minis que tengo pintadas así que mis listas van variando poco a poco!«

-Moises-

«Me considero un amante de la narración en todas sus formas y el wargame es otra vía para desarrollar esta pasión. Mis bandas y ejércitos suelen ser muy personalizados y coherentes con el trasfondo del juego. Imaginarme la historia que se va a desarrollar, el trasfondo de los personajes, los posibles finales y sus epílogos me encanta.

Con esta pequeña introducción quiero dejar claro que lo que se suele llamar el meta juego de tal o cual wargame me da un tanto igual. Si hacer listas ya me parece aburrido, afilarlas está totalmente fuera de lugar. Lo que me llama de una partida es, además de la película que me monto en la cabeza, la experiencia del juego. Tener en frente a alguien majo que, se divierta al margen del resultado, es lo que me hace querer volver a jugar.«

-Nacho-

«Las listas las suelo cambiar cuando me obliga la liga o campaña que estoy jugando, por otro
lado me gustan mucho las campañas, para probar otras cosas u otro tipo de lista y ahí si le doy
mas vueltas.«

-Hugo-

Porque no conozco a ningún wargamer que, antes de una partida sus expectativas fueran al 100% en negativo, y no se haya visualizado como el vencedor de la refriega. Puede que por X motivos, no las tengas todas contigo. Porque el oponente es el primero en el ranking, porque tengo un mal día, o porque me estreno con la lista o el ejército. 

Pero por mucho que las estadísticas jueguen en nuestra contra, y por mucho que de cara al resto nos postulemos como la cuchara de palo: siempre albergamos una pequeña esperanza. Que los dados nos sonrían ese día o que, los dados del contrario se olviden de los cuatros, cincos y seises.

Llega el día de la partida y tras saludar a tu oponente, charláis amistosamente sobre X tema y plantáis las “minis” sobre el tablero. Tras esto, tu oponente comienza a leer su lista y, sorpresa: la bombilla de las expectativas comienza a sufrir los primeros cortes de luz.

Cómo es posible que, tras investigar hasta la saciedad todas las listas de tu ejército, luego probar mil y una combinaciones, y por la noche haber repasado la lista y tu estrategia, mientras intentabas quedarte dormido; cómo después de todo ese ritual, tu oponente con lo que, parece una lista mucho más sencilla, te va a barrer. Hagas lo que hagas.

Muy sencillo. Porque aun que lleves muchos dados tirados en cualquier wargame, y prepares tu lista sabiendo los pros y contras de lo que jugará tu oponente, las expectativas de un momento en el que, se supone que lo pasaremos genial: nos engañan y nos dicen que todo saldrá bien.

Antes de comenzar la partida, los dos jugadores escogéis el escenario en el que os batiréis el cobre. ¿Y cómo lo hacéis? Tirando un dado que, lejos de beneficiarte en la primera tirada, de hunde en un lodazal de llantos cuando en la segunda tirada, se confirma que no jugarás el escenario más apropiado para tu lista.

Te rehaces de ese “pequeño” inconveniente y en cuestión de minutos, reestructuras la estrategia que habías maquinado durante días esa semana. Porque no queda otra. Ahora ya estas frente al tablero, y tus tropas esperan ordenes en base a la situación actual.

 

Comienza el primer turno, y la cosa no pinta nada mal. Parece que, tras montarte mil películas los días previos a la partida y que, tras quedar trastocados todos los planes, saldrás airoso del asunto. O al menos así lo pintan tus expectativas que, tras ver como el oponente empieza a encajar impactos y bajas, vuelven a brillar con más intensidad que nunca.

Tras ver como caen las primeras tropas enemigas, y pensar que la victoria es algo que está por venir, esbozas una sonrisa que bien podría valer para un anuncio de “Vital Dent”. Intentas que no se note mucho, pero cuando llevas unos cuantos dados tirados, sabes ver la esperanza y el optimismo en el rostro del contrario. Esa expresión de “nada puede salir mal”, es lo que ahora anuncia tu cara.

Pero todo eran risas hasta que el tartamudo dijo que quería jamón. Y es que, tu oponente, lejos de amedrentarse y cambiar apresuradamente su estrategia, ha seguido con sus planes y ahora la suerte de los dados le sonríe. Se frunce el ceño y la alarma de las expectativas comienza a sonar. 

Encajas impactos y bajas. Asumes pines y comienzan los “Down” tras chequeos de moral fallidos. Sigues avanzando sin pena ni gloria, tirando dados que impactan pero no causan bajas. Te decides a seguir el camino mortuorio que crees te llevará a la derrota, y justo en ese momento: cae tu carro. Ese blindando por el que has gastado un tercio de los puntos totales de tu lista. El emblema de tu fuerza ha sido devastado por un terrible cuatro, tras un demoledor resultado de daños completos. 

Y tras encajar este duro golpe, comienzan a revolotear ideas que, nada tenían que ver con tus expectativas: “Ya está: he perdido” “Ahora sí que sí” “Ya me puedo olvidar” “Me gana: seguro” “¿qué hago sin tanque ahora?” “ya no puedo hacer nada sin tanque”

Te decides y crees que has encontrado la lista que, te lo hará pasar en grande y que, además puede que funcione contra el otro jugador.  Porque no nos engañemos. Los hay que hacemos listas románticas: yo el primero. Pero no siempre voy a una partida solo dispuesto a ver que bonitas quedan las minis sobre el tablero. Hay días en que, además quieres que tu estrategia funcione tan bien como los efectos especiales de Hollywood.

¿Alguna vez te has venido abajo al ver la lista del jugador oponente?

«No. Con alguna unidad que haya metido, sí. Por ejemplo, que lleve un KV2.«

-Jorge-

«Antes de empezar nunca, llevando una lista equilibrada se puede hacer frente a casi todo, eso sí, si a las primeras de cambio hay un revés muy malo para mí, si me vengo abajo.«

-Pablo Battle Bunker-

«En Bolt Action la verdad es que no, ahora bien, hubo una edad oscura en el Warhammer 40000 en el que sabía cómo iba a acabar todo antes de sacar las minis del maletín, gracias a Dios y espero que siga así mucho tiempo no me pasa.«

-Moises-

«No tengo los conocimientos suficientes del juego como para que eso me pase, la verdad, además me remito a lo dicho antes: La lista no es algo definitiva.«

-Rubén «Memorias de un novato»

«Si, más de una vez. Cuando me han plantado delante una lista de esas bizarras y afiladas que no hay por donde coger y acaban enfriando una partida.«

-Domingo «Doom»

«No por que Bolt me gusta, me parece un Juego equilibrado , y me gustan los desafíos,
para mi lo importante no es ganar si no pasarlo bien.«

-Hugo-

Y es en ese preciso momento, cuando creas a tu pequeña fuerza “armada”, en el que las expectativas comienzan a ver la luz. Unas expectativas que, lejos de la realidad, nos hacen adentrarnos en un mundo de fantasía y proyectan escenas de lo que pasará durante la batalla, o más bien, de lo que nos gustaría que pase.

Porque no conozco a ningún wargamer que, antes de una partida sus expectativas fueran al 100% en negativo, y no se haya visualizado como el vencedor de la refriega. Puede que por X motivos, no las tengas todas contigo. Porque el oponente es el primero en el ranking, porque tengo un mal día, o porque me estreno con la lista o el ejército. 

Cuando el escenario que jugáis no es el adecuado a tu lista, ¿Cómo lo afrontas? ¿Piensas en la derrota? O, por el contrario, ¿te creces y superas tus expectativas?

«Asumo que va a ser más complicado ganar, pero asumo que en un escenario real, no podría aspirar a tener algo igualado siempre, así que intento relajarme aún más y pienso que, en este caso, rascar un empate no estaría mal.«

-Rubén «Memorias de un novato»

«Creo que siempre hay maneras de jugar tu lista, además hay que comprender que a la hora de jugar a un juego de mesa a veces narrativo es normal que se puedan tener inconvenientes propios, o que no te encajen en términos de ganar la partida, pero que le pueden ambientar muy bien. «

-Moises-

«Me suelo volver bastante conservador e intentar minimizar pérdidas, intentar ir a por el empate o al menos pelearlo con mis recursos para terminar sabiendo que al menos he hecho lo que he podido.«

-Pablo Battle Bunker-

«¿Derrota? Yo siempre busco el empate, jaja. Pero si gano que se le va a hacer. No solía llevar ningún transporte, hasta que jugué el escenario que tienes que coger un objetivo y llevarlo a tu lado de la mesa. En dos turnos se acabó la partida y me quedé con cara de tonto.En resumen, en mi opinión, es conveniente llevar un poco de todo así te evitas sorpresas.«

-Jorge-

«¿qué pasa si, como suele ser mi caso, los dados no responden, has tomado una mala decisión estratégica o simplemente el rival es mejor que yo?, Pues no debería pasar nada. Si la relación con mi rival es buena, aunque le acabe de
conocer, seguramente me alegre de esos cuatro seises que le han salido y nos riamos juntos de su puñetera mano de cerdo. Alabaré su buena táctica y discutiremos mientras recogemos si hice bien o mal en adelantar tanto esa unidad que desapareció en el primer turno.«

-Nacho-

«Bueno, cuando el escenario es el menos adecuado para mi lista, pues se hace lo que se puede con lo que se tiene pues “la opera no acaba hasta que canta la gorda” y no soy de conceder ni de ceder, las victorias hay que currárselas y sudarlas.»

-Domingo «Doom»

«A veces me frustra las mesas muy cargadas de escenografía con poca línea de tiro, por que las
partidas se me hacen densas , sobre todo con algunas misiones, que no se resuelven hasta
sexto turno. Me paso hace poco en un Torneo que todas las mesas eran demasiado densas y
todo impactaba a doble seis, en dos mesas distintas y rondas distintas y parecía que
estábamos jugando al escondite. La victoria o la derrota es lo menos lo importante es que la
partida sea divertida y emocionante, y a veces los desfios lo son.«

-Hugo-

Pero por mucho que las estadísticas jueguen en nuestra contra, y por mucho que de cara al resto nos postulemos como la cuchara de palo: siempre albergamos una pequeña esperanza. Que los dados nos sonrían ese día o que, los dados del contrario se olviden de los cuatros, cincos y seises.

Llega el día de la partida y tras saludar a tu oponente, charláis amistosamente sobre X tema y plantáis las “minis” sobre el tablero. Tras esto, tu oponente comienza a leer su lista y, sorpresa: la bombilla de las expectativas comienza a sufrir los primeros cortes de luz.

Cómo es posible que, tras investigar hasta la saciedad todas las listas de tu ejército, luego probar mil y una combinaciones, y por la noche haber repasado la lista y tu estrategia, mientras intentabas quedarte dormido; cómo después de todo ese ritual, tu oponente con lo que, parece una lista mucho más sencilla, te va a barrer. Hagas lo que hagas.

Muy sencillo. Porque aun que lleves muchos dados tirados en cualquier wargame, y prepares tu lista sabiendo los pros y contras de lo que jugará tu oponente, las expectativas de un momento en el que, se supone que lo pasaremos genial: nos engañan y nos dicen que todo saldrá bien. 

Antes de comenzar la partida, los dos jugadores escogéis el escenario en el que os batiréis el cobre. ¿Y cómo lo hacéis? Tirando un dado que, lejos de beneficiarte en la primera tirada, de hunde en un lodazal de llantos cuando en la segunda tirada, se confirma que no jugarás el escenario más apropiado para tu lista.

Te rehaces de ese “pequeño” inconveniente y en cuestión de minutos, reestructuras la estrategia que habías maquinado durante días esa semana. Porque no queda otra. Ahora ya estas frente al tablero, y tus tropas esperan ordenes en base a la situación actual.

Comienza el primer turno, y la cosa no pinta nada mal. Parece que, tras montarte mil películas los días previos a la partida y que, tras quedar trastocados todos los planes, saldrás airoso del asunto. O al menos así lo pintan tus expectativas que, tras ver como el oponente empieza a encajar impactos y bajas, vuelven a brillar con más intensidad que nunca.

Tras ver como caen las primeras tropas enemigas, y pensar que la victoria es algo que está por venir, esbozas una sonrisa que bien podría valer para un anuncio de “Vital Dent”. Intentas que no se note mucho, pero cuando llevas unos cuantos dados tirados, sabes ver la esperanza y el optimismo en el rostro del contrario. Esa expresión de “nada puede salir mal”, es lo que ahora anuncia tu cara.

 

Pero todo eran risas hasta que el tartamudo dijo que quería jamón. Y es que, tu oponente, lejos de amedrentarse y cambiar apresuradamente su estrategia, ha seguido con sus planes y ahora la suerte de los dados le sonríe. Se frunce el ceño y la alarma de las expectativas comienza a sonar.

Encajas impactos y bajas. Asumes pines y comienzan los “Down” tras chequeos de moral fallidos. Sigues avanzando sin pena ni gloria, tirando dados que impactan pero no causan bajas. Te decides a seguir el camino mortuorio que crees te llevará a la derrota, y justo en ese momento: cae tu carro. Ese blindando por el que has gastado un tercio de los puntos totales de tu lista. El emblema de tu fuerza ha sido devastado por un terrible cuatro, tras un demoledor resultado de daños completos. 

Y tras encajar este duro golpe, comienzan a revolotear ideas que, nada tenían que ver con tus expectativas: “Ya está: he perdido” “Ahora sí que sí” “Ya me puedo olvidar” “Me gana: seguro” “¿qué hago sin tanque ahora?” “ya no puedo hacer nada sin tanque”

Es el momento en el que, la mente se nubla y pierdes el norte. No te centras en el objetivo principal del escenario, y te dedicas a dar órdenes inconexas a tus unidades. Estas visionando una derrota que, a falta de tres turnos ya la ves venir. Es ahora cuando entiendes porque la caída de Berlín, no fue un escenario fácil de reconducir.

Cada vez que cae un dado del oponente sobre el tablero, retumba en tu cabeza como si diez órganos de Stalin estuvieran descargando su furia sobre el enemigo. Y es que, ya está todo perdido y tú: ya no estas allí. Hace rato que, te ves volviendo a casa y a tu rutina del día a día. Rehaces la lista mentalmente para ver como hubiera funcionado mejor, o incluso comienzas a pensar en la siguiente partida.

Y por fin llega el final de la partida. Derrota. Una derrota que, aunque esperabas desde hacía ya tres turnos, no querías que llegase de manera oficial. Tus expectativas han intentado luchar hasta el final y darte a entender que, en cualquier momento la partida se pondría de tu lado y podrías volver a disfrutar.

Pero, en cualquier caso: no ha sido así. Y vuelves a casa con algo más que una derrota. No solo has perdido una partida: también el tiempo. Algo muy valioso que, de ninguna manera podrás recuperar. En el mejor de los casos, en que tu oponente y tu hayáis jugado rápido, habrás perdido tres horas de tu vida. Y es que te las has pasado castigándote mentalmente, por no haber hecho la mejor de tus listas. O por haber tomado según que decisiones y haber perdido.

Cuando vas ganando ¿notas que te cambia el semblante y estas más animado?

«Claro, a quién no. Pero siempre con respeto al contrario «

-Jorge-

«No me llego a animar del todo, más bien me encuentro más seguro, pero me mantengo tenso para no cagarla y joder lo ganado.«

-Pablo Battle Bunker-

«Cuando tengo la suerte de cara y acaricio la victoria se me lee en la cara, soy un libro abierto a las buenas y a las malas. Y cuando las cosas ruedan bien por descontado que el animo sube.«

-Domingo «Doom»

«Intento que no, porque no es algo agradable visto desde la otra parte y creo que es algo que consigo hacer.«

-Rubén «Memorias de un novato»

«Es más fácil disfrutar en la cresta de la ola sí! De echo suelo a ser más condescendiente con el contrario si la cosa está muy decantada, supongo que para también se anima y no se vuelva una partida sosa.«

-Moises-

«Creo que no lo hago, sí que me pasa en los días que se me cae la mano y voy ganando por
mucho al rival, me da como apuro, tienes el dia tonto y todo te sale y al otro no y ahí si que se
me nota el apuro.«

-Hugo-

Cuando la suerte de los dados te abandonó, te olvidaste del objetivo principal de la misión: pasarlo en grande con tu oponente. Un jugador que, seguramente haya podido ver el cambio en tu semblante o en tu actitud, cuando comenzó a sonreírle la suerte. Un tipo que, quizá tuvo hasta demasiada paciencia cuando, al ver que perdías y te volvías un “culo duro” con las reglas, cogió aire bien fuerte, respiró y siguió poniéndote buena cara.

Y es que el saber perder, es también un arte. Demuestra saber estar y por encima de otras cualidades, refleja la pasión que ese wargamer siente por su hobby. Un tipo al que, le da igual ganar o perder. Porque, aunque no es tonto y si le dieran a escoger, diría que prefiere ganar; si pierde, lo hará habiendo revivido las mismas escenas épicas en su mente. Porque en la película que imaginaba antes de la partida, solo veía a sus tropas correr hacia el combate, y a sus carros disparar fuego como bestias demoniacas. 

Entre ruinas, caos y destrucción; sus tropas se abrían paso hacia el enemigo. Sin prestar atención al resultado. Porque en la película que produce un wargamer que sabe perder, los protagonistas son el buen rato que pasa jugando con su oponente, y el rato en que desconecta de la realidad para ver como sus “minis” cobran vida.

Cuando vas perdiendo ¿notas que te cambia el semblante y estas más ausente?

«La verdad es que sí, pero intento que no pase y que mi actitud sea siempre adecuada y que haga que tanto mi rival como yo pasemos un rato agradable.«

-Rubén «Memorias de un novato»-

«Si, sobre todo si veo que no puedo hacer prácticamente nada en la partida, mientras tenga algo que hacer, estoy en la partida aunque me sea imposible siquiera empatar«

-Pablo Battle Bunker-

«Me puede llegar a cambiar el semblante pero no estoy más ausente. Me centro en empatar.«

-Jorge-

«Cuando se tuercen las cosas y parece que el pescado esta ya todo vendido se me nota, ya digo que soy un libro abierto, o al menos yo creo que se ve la cara de… se acabo lo que se daba.«

-Domingo «Doom»-

«Como todo el mundo he tenido malas experiencias en el juego y me he encontrado con tramposillos o puntillosos más preocupados de aplastarme que de pasárselo bien. Y por desgracia, ante esta gente, me he descubierto teniendo actitudes que no me han gustado como medir la regla al milímetro y tirar los dados a cara de perro. He decidido que eso no me divierte. Hoy me enorgullezco de haber aprendido que esas actitudes y situaciones lo único que consiguen es arruinarme la experiencia, y seguramente la de mi contrincante. Ahora intento evitar los jugadores tóxicos y las situaciones o juegos excesivamente competitivos.«

-Nacho-

«Pues digo lo mismo que en la pregunta 5 pero al contrario, si voy perdiendo de paliza porque
he sacado 4 o 5 fubar en chequeos de orden (me ha pasado en 2 de mis tres últimas partidas)
y al otro solo le salen seises para impactar, me paso una vez en un torneo de otro juego, que
concedí la partida porque estaba muy frustrado y estaba pasando una temporada baja de
ánimo, pero creo que no me suele pasar.«

-Hugo-

This is the End

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