Acrylic Memories

Liam seguía en el interior de C-Moon, a la que había conducido hasta una calle que cruzaba Portal de l’Àngel. Carrer de Canuda leyó en un viejo cartel, lleno de mugre y óxido. Estaba agotado, abatido y vapuleado. Las fuerzas y el coraje que había reservado para su regreso a la Tierra, se habían esfumado. Y en su lugar, un cansancio demoledor se había apoderado de su cuerpo y, comenzaban a jugar con su mente los demonios del olvido. Liam sabia que su mundo no podía verse reducido al interior de aquel aparato, y decidió que no dejaría que aquella situación pudiera con él.

El astronauta activó la función «Memories» en el panel de control de C-Moon, que le permitía acceder a sus recuerdos y recuperar datos importantes o revivir escenas del pasado. Así que seleccionó la sección de recuerdos de Barcelona y decidió viajar hasta el día en que su amigo Siso, lo llevó hasta un lugar mágico.

 

Siso y Liam eran compañeros en la misma base espacial, y con los años nació una buena amistad entre los dos astronautas. Así que un buen día, los dos decidieron pasar un fin de semana en Barcelona. Y en esa escapada fue cuando Siso, llevó a Liam hasta Belles Arts Ferran

Una tienda del barrio Gótico, en la que multitud de modelistas y apasionados del arte, encontraban los mejores materiales para dar vida a sus creaciones. Y Siso, cuando dejaba su capa de héroe espacial en el armario, era un mago con el pincel.

En aquella visita, Liam sintió como el niño que llevaba dentro, volvía a tomar el control y que volvía a sentir la necesidad de pintar miniaturas.

 

Aquel recuerdo, era vital para Liam, que decidió recuperarlo con la ayuda de C-Moon y así encontrar el lugar en el que vivió algo tan intenso e inolvidable. C-Moon se puso manos a la obra e indicó a Liam con exactitud, la ubicación de aquella tienda y marcó en el GPS de la pantalla principal, los pasos de Siso y Liam aquel día.

Desde donde se encontraba C-Moon, y en modo navegación terrestre, Liam calculó que tardaría  5 minutos en llegar hasta el lugar. Así que, inició la marcha por unas calles solitarias y que no recordaba tan envejecidas. El estado del lugar, era deplorable. Liam no sabia si aquello, era producto del misterio que envolvía su historia, o si Barcelona era una ciudad sucia y condenada al caos, a causa de la gestión irresponsable de su antigua alcaldesa; una tal Ada Colau.

Liam bajó con C-Moon por carrer d’Avinyó hasta llegar al cruce con carrer de Ferran. Paró los motores de C-Moon justo en esa esquina, e ilusionado por rememorar la historia con Siso, se apresuró a bajar por la escalerilla de la nave. Fue en ese momento, en el que Liam vió algo que lo dejó atónito. 

¿Cómo podía ser? ¿Un bote de pintura acrílica gigante? ¡WTF! Aquel bote era idéntico al que utilizaba Liam cuando pintaba sus miniaturas de Bolt Action. Idéntico pero a gran escala, claro. Además, lo coronaba un pincel de grandes dimensiones y parecía como si alguien, hubiera dibujado una calavera en el centro de aquel esperpento.

Inmóvil y patidifuso, Liam estalló en una sonora carcajada aun con la escafandra puesta. Aquello no tenia ningún tipo de sentido y daba un toque más caótico a su aventura. Pero ¿qué demonios? Se dijo Liam para si mismo. Había llegado hasta aquel bote, siguiendo los pasos de Siso. El cual le enseñó a reconocer la belleza en el caos, y el arte en lo surrealista.

Así que Liam, fotografió el bote de pintura y el pincel que salía del interior de este, y antes de volver al interior de C-Moon, volvió la mirada hacia la puerta de Belles Arts Ferran, esbozó una sonrisa y recordó a su viejo amigo Siso, allí parado con productos de la tienda en sus manos, y diciéndole con gesto pícaro: Lo que nos merecemos Liam. 

This is the End

Liam en el interior de C-Moon, no sentía más que negatividad. Al fin y al cabo, tras su vuelta a la Tierra, nada parecía funcionar. O al menos no como el esperaba. Así que tirar la toalla en aquel momento, no le hubiera parecido a nadie una idea descabellada. 

Pero Liam, buscó la alternativa que siempre hay: y acertó. Quizá lo que encontró no era lo que buscaba, pero aquello lo llevó hasta un momento inolvidable de su vida, que sin duda marcó un antes y un después. Y es que reencontrarte con el niño que llevas dentro, y que con las manos manchadas de pintura, y armado con un pincel te diga «pinta»: no tiene precio.

El astronauta al recordar aquello, viajó hasta un momento de su vida en el que, un pincel era la mejor arma contra lo negativo. Pintar miniaturas significaba desconectar del mundo real. Crear mundos alternativos, surrealistas y mágicos. Si un problema atacaba la mente, se esfumaba rápido al pensar en cómo terminar la próxima miniatura. Y si persistía, el ataque era leve, porque los pinceles más tarde le ayudarían a desconectar.

Dedicado con especial afecto a mi amigo Sergio Duran (@sisomodels – Instagram).

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2 Comments
  • Juanjo
    Posted at 12:55h, 07 junio Responder

    Fan de Liam!!!

    • admin6512
      Posted at 23:27h, 27 junio Responder

      oh yeah! muchas gracias Juanjo 🙂

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