Proyecto Aachen

Hay fechas que revivirías a cada instante. Momentos únicos a los que, si no les prestas la suficiente atención, pasan volando y difícilmente puedas volver a experimentar la misma sensación.

Si sueles leerme, sabrás de mi pasión por la película Regreso al Futuro, y de cuanto me gustaría tener un DeLorean. Pues bien, si tuviera uno en estos instantes, viajaría hasta el 07/11/2020. Aquel día, aquel mes y aquel año, nació nuestra pequeña A. Una personita que, desde entonces hasta el día de hoy, a Cris y a mí nos ha hecho vivir sensaciones únicas y revivir otras ya olvidadas. Vivir la inocencia de una primera carcajada, por la tontería más grande del mundo, o recibir un abrazo improvisado, de alguien que solo piensa en jugar y pasarlo bien contigo: es alucinante.

La pequeña A, además de regalarnos sensaciones, nos ha dado una gran lección de vida: no pares, lucha y sigue. Días antes de nacer, nos diagnosticaron que A, tenía una hernia diafragmática. Y sin saber mucho de lo que hablaban los médicos, Cris y yo intentamos salir a flote en un momento, en el que todos los colores se volvían en blanco y negro.

Fue entonces como, acompañados por un equipo médico al que nunca olvidaremos, Cris y yo vimos cómo A, prendía fuego al listón y superaba todos los retos que fueron surgiendo. No paró, luchó y venció.

Pasó el tiempo, y allá por Agosto de 2021, sumergido en la aventura de ser padre primerizo, y aun esquivando algunas balas junto a Cris y la pequeña A, contactó conmigo una empresa española, dedicada a la venta de material para el hobby.

Por aquel entonces, llevaba más o menos un año colaborando de manera habitual con dicha empresa, compartiendo a través del Instagram de Factory, trabajos o guías rápidas en las que empleaba sus productos, fueran novedad o no.

Aquel día, la propuesta no era la de trabajar en una guía rápida, si no que ¡me ofrecían la posibilidad de colaborar en un libro que lanzaría la marca! Puedes imaginar cuánta ilusión me hizo saber que, una marca contaba conmigo para tal proyecto, y que confiaba en mí como creador de contenido.

Aquello fue un “chute” de motivación extra, y un buen motivo para coger los pinceles y el aerógrafo en un momento en el que, encadenábamos prueba médica tras prueba médica con A. Las superaba una tras otra, y tras cada victoria Cris y yo respirábamos tranquilos. Pero aun que ahora recuerdo todo aquello con una sonrisa, porque tuvo un final feliz, debo reconocer que no fue tarea fácil mantenerse siempre arriba.

El proyecto del libro, parecía que avanzaba y con él, mi motivación. Las fechas para presentar los proyectos, en mi caso eran 2, estaban bien marcadas en el calendario. Eso me ayudó a planificar mejor las sesiones de pintura, cuadrando los tiempos y los avances que llevaba a cabo.

Bauticé aquellas sesiones como “Proyecto Aachen”. La historia de Aachen durante la Segunda Guerra Mundial, me fascina. Es un momento épico de la contienda en los que, la constancia y el “no nos rendiremos” forman parte del espíritu de sus protagonistas. 

El proyecto, lo conformaban dos trabajos ambientados en dos épocas muy distantes entre sí. El primero estaba ambientado en la W.W.2 y el segundo en la Edad Media. Como verás en la imagen, fueron dos trabajos muy de mi estilo: sencillos y resultones. Algo que sin romperte la cabeza, te lleve a través de su sencillez a pasarlo en grande y disfrutar de las minis en el tablero. Ese era el objetivo que me marcaba con Proyecto Aachen, y creo que di en el clavo!

Llegó la fecha marcada para la entrega de los trabajos y, sorpresa! Lo conseguí. Saqué horas de debajo de las piedras, en muchas ocasiones cogiendo los pinceles a las 05:00 de la madrugada, aprovechando que la pequeña A y Cris dormían. Otras tantas, era Cris la que me invitaba a pasar tardes como las de antes, y podía disfrutar de un ratito en mi estudio. Fuera como fuera pude tachar de mi lista de retos por completar aquel.

Una vez entregado todo el material, pasaron los meses y seguí colaborando muy cordialmente con aquella empresa. Pintaba a sabiendas que estaban contentos con mi manera de trabajar y, la ilusión de saber que de fondo se estaba fraguando un libro, y que entre sus páginas podría encontrar mis dos trabajos, era brutal! 

El año 2022 no tardó en hacer acto de presencia y junto a él, mis ganas por seguir creando contenido a través de mis pinceles. La cosa con Factory, no podía irme mejor. Y es que estaba encontrando una manera de enfocar el hobby que, hacia que cada minuto pintando o escribiendo, contase como el que más. Me sentía super realizado con todo lo que hacia, y sentía que por fin había logrado conectar varias pasiones en una sola.

Los meses avanzaron y yo seguía trabajando por mejorar como pintor de miniaturas y creador de contenido. Probaba nuevas técnicas, intentaba salir de mi zona de comfort y, pintaba algo distinto que no fuera sobre la Segunda Guerra Mundial, probaba otros fabricantes de pinturas, leía a otros creadores de contenido, etc.

Y fue en medio de ese camino, lleno de descubrimientos y aprendizaje, en él que tras probar un producto que revolucionó todos los motores de Factory, tuve que tomar una decisión. Y es que la empresa con la que colaboraba, hasta el momento tan cordialmente y con la que tenia pendiente ver mis dos trabajos en su libro, entonó un “escoge: o ella o yo”.

Aturdido por todo lo que me generó aquel punto de inflexión, y sin entender porque me hacían escoger en una parcela de mi vida en la que, la creatividad y el buen rollo reinan, escogí poner punto y final a la colaboración con aquella empresa, y que cada cual siguiera felizmente su camino. Al fin y al cabo, como podía enfadarme o perder más del tiempo debido, con un problema de tan poco calibre?

Mi andadura por el hobby, continuo y ¡de qué manera! Aun Cris me recuerda aveces con un ¿Qué, te das cuenta? Tras aquella decisión, empuñé mis pinceles con más ganas aun, conocí a gente maravillosa y afiance aun más mi manera de trabajar y, como quería enfocar mi proyecto.

La sorpresa llegó cuando, un buen día me interese por el estado del libro, y la fase en que se encontraba aquel proyecto. Sabia que ya no colaboraba con aquella empresa pero, era obvio que había formado parte de algo que, consideraba había sido una experiencia importante para mÍ.

La respuesta por parte de aquella empresa fue clara. Ya no formaba parte de su elenco de colaboradores por lo que, mis dos trabajos habían sido excluidos del proyecto. Me enfadé, no te voy a engañar ni a vender humo. Me enfadé y me sentí muy decepcionado.

Vi como, un proyecto en el que había trabajado con mucho cariño, y que había vivido en el contexto que te he explicado, se eliminaba de un plumazo por «no seguir en el barco». Era aun más desconcertante pensar que, aquello me había costado tantas horas y esfuerzo, y que todo mi material había pasado a ser nada, de la noche a la mañana.

Pero pasaron los días y decidí transformar aquel enfado, en un recuerdo que mereciera la pena. Algo que cuando pensara en ello, me llevase a un momento bonito de mi vida. Y lo tuve fácil. Pensé en contarte esta historia, y en explicarte un poquito de la historia de mi pequeña A, que fue sin duda alguna la protagonista de los días en los que, trabajaba en el “Proyecto Aachen”. Y es que, mientras trabajaba en aquello, estaba viviendo la historia más importante de mi vida, y superando junto con A y Cris, uno de los capítulos que más nos unirán por el resto de nuestros días.

Así que, puede que “Proyecto Aachen” nunca salga en las páginas de un libro, pero quizá haya sido mejor así.

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