La Flecha Negra

¿A quién no le gusta revivir sensaciones que, para bien, marcaron un antes y un después en su vida? Yo soy adicto a ese tipo de experiencias, y de momento no conozco a nadie que, respondiera que no a la pregunta con la que abro este artículo.

Pero a veces es complicado y la realidad es que, si día tras día persiguiéramos reencontrarnos con esos momentos tan especiales, no viviríamos. Básicamente porque las expectativas a veces, nos juegan la mala pasada de no permitirnos crear nuevos recuerdos que merezcan la pena, y podamos enmarcarlos en nuestro museo personal.

Lo bueno es que, si vivimos sin la presión de la buscar el arca perdida todos los días, por azar del destino y sin que lo hayamos perseguido, nos topamos con uno de esos momentos.

En mi caso, quiero contarte algo que me ocurrió un buen fin de semana en Madrid. Eran cerca de las 13:00h y estaba dando un paseo con la pequeña A. Aprovechaba que ella dormía y que, mi mujer estaba en una conferencia, para antes de ir a comer conocer un poco más los alrededores de donde me encontraba.

Y ¿que hice? Preguntar a mi amigo Jano que podía encontrar por aquella zona, que fuera de mi interés. ¿Y qué buscaba en aquel momento? Una tienda del hobby. Mi amigo, que cuando le preguntas por una tienda del hobby, es como cuando abres Google, no dudó ni un segundo en ofrecerme un catálogo de opciones. Por cercanía y por tachar algo de mi lista de cosas freaks pendientes, escogí visitar “La flecha negra”.

Y vaya si escogí bien. Desde donde me encontraba, no tardé más de 10 minutos en llegar hasta la tienda. Llegué y antes de entrar al local, me acerqué al escaparate para a modo de avanzadilla, ver que me esperaría dentro. Tras quedar encandilado al ver unas viejas cajas de miniaturas ya desgastadas por el Sol, esbocé una sonrisa pícara y supe que aquella visita seria especial.

Entré a la tienda, haciendo malabares con el carrito de la pequeña A para que no se despertara. El momento pintaba épico, y aun que era una lástima que A se perdiera aquella visita, parecía que, en el aquel momento en sus sueños, algo le parecía mucho más interesante (¡y reconfortante!).

Una vez dentro, alucine. Me invadió un olor muy característico de las tiendas de maquetas y juguetes de toda la vida. ¡Aquello era autentico! El local estaba repleto de material del hobby. Mirase a donde mirase, veía minis por todos lados. Y fue grato comprobar que todo estaba bien ordenado y clasificado por temática. Además, encontré algo que me gustó mucho. Una sección más que generosa, de libros de historia y técnicas de modelismo y pintura.

Mientras curioseaba por los diferentes pasillos, y alucinaba con todo lo que tienen expuesto en sus vitrinas, Goyo, la persona a cargo de aquel lugar, se acercó hasta mi para ver si podía ayudarme en algo. Y aunque ya tenía entre mis manos un KV1 de Italeri, y las ganas de llevarme mucho más de vuelta a Barcelona, agradecí lo amable y atento que se mostró conmigo.

Una vez sacié mis ansias por todo el material que, Goyo tenia entre las paredes de la Flecha Negra, acepté que el final de la visita se acercaba y me dispuse a pagar. En ese momento Goyo puso la guinda al pastel, abriendo un pequeño debate de pintura en el que sentí que, aquello era algo más que una simple transacción.

Y fue entonces cuando decidí plasmar mi experiencia en un artículo para, explicarte como me sentí en aquel lugar y lo bonito que fue apostar por un negocio familiar. Algo que, a día de hoy no tenemos por costumbre, y solemos cambiar ese trato cercano por el de las grandes superficies. 

En ocasiones por que erróneamente pensamos que, tendrán más stock que una tienda pequeña o familiar, y en otras porque la estrategia de esas tiendas de toda la vida, no es tan atractiva o incluso agresiva (en términos de marketing) como la de los grandes tiburones de las franquicias.

A veces olvidamos que esas tiendas, las de toda la vida, siguen ahí y nos pueden ofrecer algo más que un producto. La pasión que, en este caso Goyo me transmitió por su negocio, es algo que a mí personalmente me hace volver a un lugar. Se palpa en el ambiente que, además de venderte un producto quieren que, vuelvas a casa convencido de lo que has comprado y con toda la información que podían ofrecerte.

Quizá esa es la marca que distingue a tiendas como La Flecha Negra, de otras que forman parte de grandes franquicias en las que, sus trabajadores sienten que ese empleo, es un empleo puente. Y vaya por delante que, el trabajo de estos últimos es muy respetable y que, teniendo en cuenta sus salarios, horarios y condiciones laborales, uno entiende que algunos de ellos a veces no estén muy motivados (¡y con razón!).

¿Sabías qué?

Esta mítica tienda de Madrid, comenzó su andadura en 1984. Pero fue en 1988 cuando se especializó más aun en el mundo de las miniaturas, y el hobby en general. Goyo me cuenta que, antes de llevar el timón de la «Flecha», el capitán de esta galera que sigue dando guerra, fue su padre. Este próximo febrero, Goyo (padre), al que también rindo este pequeño homenaje en forma de artículo, hará 3 años que nos dejó. Pero no me cabe duda, de que su legado y la pasión que sentía por su “Flecha”, permanecerán a salvo gracias a su hijo Goyo.

Goyo says

«Mi padre Goyo era el auténtico comercial. Cuando comenzamos esta aventura, antes de llamarnos la Flecha Negra, allá por el 85 o el 86, nos pillamos el coche para visitar uno a uno a todos los proveedores con los que comenzaríamos a trabajar. Gente como Minifigs, Essex, Battle Honours, Drews, Militia, etc. Un tour de casi dos semanas, donde vimos realmente cómo funcionaba esta industria en el Reino Unido.

Luego esos viajes se repitieron muchas veces. Tanto por Gran Bretaña, como Francia, Alemania etc. Nos recorrimos Europa en coche un porrón de veces: visitando marcas, ferias etc. Se puede decir que, en esos años dorados del hobby, conocimos a todos los que eran alguien fabricando miniaturas y soldaditos. Desde los que tenían una infraestructura comercial más menos normal, hasta los que fabricaban en el trastero de su casita adosada.

Sin mi padre, sus conocimientos y aprendizaje, no creo que hubiéramos durado tanto.»

This is the End

La pasión y la motivación por lo que uno hace, no se compra ni se puede contratar. Es algo que todos llevamos dentro y que, hay que cuidar día tras día para que siga ahí por mucho tiempo. Es por ello que, personas como Goyo y otros propietarios de tiendas que conozco, seguirán al pie del cañón con la mejor de sus sonrisas, ofreciéndonos algo más que un producto. Y nosotros, como buenos «freaks» que somos, debemos mimar a esos pequeños negocios que, nos cuidan cada vez que los visitamos, y están a nuestro lado más que como empresarios, como amigos del hobby y parte de la comunidad.

4 Comments
  • Moises
    Posted at 08:14h, 15 diciembre Responder

    La verdad y me declaro culpable que muchas veces no cuidamos bien de nuestros pequeños vecinos y proveedores.
    Buen artículo!

    • admin6512
      Posted at 21:43h, 27 diciembre Responder

      Muchas gracias Moises!

  • Antonio Barroso (Pizzy)
    Posted at 13:39h, 15 diciembre Responder

    Alex , sueles hacer magníficos artículos, este en particular es entrañable y maravilloso. Te animo a continuar con esta línea editorial. Un abrazo

    • admin6512
      Posted at 21:44h, 27 diciembre Responder

      Muchas gracias Antonio. Quizá el formato «lectura» se este perdiendo, pero son este tipo de mensajes los que animan a seguir!

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