Hobby papá

Ser padre, es genial. Desde el minuto 0, en el que sientes a esa nueva personita respirar, todo cambia y, aunque quizá creas que pueda estar rozando el larguero de “lo típico” que se suele decir, o algún que otro tópico sobre lo ideal que es ser padre, no te engaño: es así.

Y no te lo digo por decir, es porque la cantidad de nuevas sensaciones que te invaden, además de hacerte sentir pleno de una manera muy distinta a otras experiencias, cambian por completo una parte de ti.

Ya no solo eres ese que juega con «muñecos» y que, pinta por las noches durante horas sin tener en cuenta que dormirás bien poco. Ahora, además de ser “Carlos”, “JuanFran”, “Kepa”: eres papá.

En realidad, sigues siendo el mismo. Pero cuando te invadieron todas esas sensaciones de las que hemos hablado antes, además de sentirte como nunca antes lo habías hecho, también te invadieron de manera inevitable, ciertas responsabilidades.

Y como dijo el tío Ben (Spiderman): un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Es por ello, que las horas entre botes de pintura y mesas de juego, se ven inevitablemente reducidas. Las horas al día, son las que son. Y esa nueva personita depende al 100% de tus cuidados y, el tiempo que le dediques será el que marque la diferencia.

Así que, la prioridad está clara. No tiene nadie que escribir un artículo como este (o no debería), para descubrir la pirámide de prioridades. Pero aun y así, aun siendo la persona más feliz del mundo, y asumiendo que ahora tu vida girará a otras revoluciones, el «freak» que llevas dentro sigue ahí.

The-Factory-Studio-bolt-action

Tirar dados, hacer listas de ejército, pintar aquellas minis que compraste para un proyecto, y que no tuviste oportunidad de empezar (¡ni empezaras…!), etc.  El «freak» sigue ahí, y quiere salir. Quiere su dosis de hobby, y papá: debes saber que también es responsabilidad tuya, alimentar a ese pequeño monstruito que se alimentaba de acrílicas, se entretenía con el aerógrafo, y se divertía con sus «muñecos».

Porque si no, si no alimentas al niño que llevas dentro, ¿cómo vas a enseñarle a tu pequeñ@ a mantener esa llama siempre encendida?

En mi caso, siempre he disfrutado más el pincel que el dado. Porque aun que me encanta jugar y organizar eventos, las horas que paso al mando de mis pinceles, me aportan unas sensaciones únicas. Cada sesión de pintura, es distinta: la una de la otra. Algunas más productivas, y otras el caos sobre la mesa.

Y es aquí donde tras ser papá, experimenté el primer cambio en el hobby. Las horas que dedico a los pinceles, no son las mismas. Antes, podía dedicarme tardes enteras a pintar. Quizá te hablo de sesiones de 6 o 7 horas en las que, a día de hoy pienso que no aprovechaba. Y a esta conclusión he llegado tras ver que, en estos casi dos añitos que tiene mi pequeña A, las sesiones de pintura por semana, se han reducido a 2 o 3, con una duración de entre 1 y 2 horas por sesión. Pero sorprendentemente, me siento más a gusto con los resultados de mis trabajos, he pulido aspectos en los que antes ni me fijaba, y creo que soy infinitamente más productivo ahora, que antes de ser papá. ¿La falta de tiempo agudiza al «freak»? Puede ser.

Lo que está claro, es que antes de ser papá, ni por asomo imaginé que llegaría a levantarme de la cama a las 05:00 de la madrugada, para sentarme antes los pinceles y darle caña al mono. Pero llegado el momento, así fue. Soy de los «freak» que, no entiende su día a día sin el hobby. Pintar, leer, jugar o hablar con amigos sobre el hobby, forma parte de una rutina que me encanta. Y quizá, por una parte, sea esa inercia que lleva funcionando desde hace años, por la que pude integrar el hobby, en mi día a día como papá. Pero, por otra parte debo admitir que sin el apoyo de Cris, mi pareja, no hubiera sido tan fácil.

Muchas tardes, las frases “me llevo a la enana al centro” o “nos vamos de compras papi”, han hecho posible que,  pudiera pintar sin que el despertador me empujase de la cama al estudio. O que, las sesiones de fotografía y edición, no se convirtieran en una carrera contrarreloj. El apoyo incondicional que he recibido por su parte, tras a veces dudar si adentrarme más en Factory o no, por la inversión de tiempo que suponía, ha sido la clave para que este «freak», siga con la fábrica de historias en miniatura.  

Cada «freak» es un mundo, y entre un padre y otro, hay un abismo que los separa. Todos distintos y, ninguno mejor que otro. Como en los wargames, cada uno con sus atributos y habilidades especiales. Es por ello, que, para seguir con este artículo, varios papás«freaks», me hicieron llegar unas reflexiones que, sin duda aportan un punto de vista muy interesante al tema de este artículo.

¿Cómo era mi experiencia en la pintura/juego antes de ser padre?

«Antes en cualquier momento podía decirle a mi pareja que me iba a jugar o pintar. Ahora mis horas de juego y modelismo, son de noche. Al menos las compartidas con otra gente. Durante años, sobre todo cuando Ibai era más pequeño, salía los viernes a las 21:00 de casa. Cuando ya no era tan “necesario” que estuviésemos los dos en casa, y el peque estaba en la cama. Con las tareas ya realizadas.»

-Kepa-

«Pintar, lo que es pintar, casi nada. 1 o 2 miniaturas al año para el amigo invisible de mi club (Atalaya Vigía en Zaragoza), pero nada más. Por otro lado, montar minis, conversionarlas, investigar sobre los proyectos, jugar, etc., a tope. Hablamos de 2 o 3 días por semana en el club, torneos cada 1 o 2 semanas, organizar eventos, viajes fuera y todo lo que uno pudiese imaginar del hobby. ¡No me cortaba en absoluto!»

-Carlos Moros-

«Siempre he sido más jugador que pintor, pero intentaba tener el máximo de miniaturas pintadas. En este aspecto reconozco que siempre he sido algo vago, pero también es verdad que siempre he tocado muchos palos: wargames de miniaturas, desde Warhammer Fantasy hasta Flames of War, hasta llegar a Bolt Action, también wargames de “cartoncitos” y practicar Airsoft, jugar mi partidita de rol los fines de semana, partidas online con la consola al Call of Duty o al Battlefield… llevo en el mundillo desde principios de los 90 así que no me quejare en este aspecto del pasado, he exprimido el hobby o más bien los hobbies al máximo»

-Domingo Cáceres-

«Pintaba depende de las épocas, unas veces mucho, otras poco, En cuanto al juego, jugar, lo que se dice jugar mas bien poco, algo de Heroquest y luego con un par de amigos empezamos a jugar a Fantasy, Mordheim  y luego a 40.000. Recuerdo interminables partidas, donde se discutía mas que se jugaba,  que si no me ves, que si por ahí no puedes pasar, que si esto no es lógico, total, un puto rollo. Luego nació Carlos en 2006 y todo lo relativo al hobby se ralentizó un poco.»

-JuanFran-

¿Cuántas horas dedico a pintar/jugar desde que soy papá?

«Sesiones de 3-4 horas, 1 o dos días a la semana de media, ya que tengo semanas que no pinto, y otras que pinto 5 días seguidos.»

-Enric-

«Para jugar me obligo a una partida a la semana, y esa es obligada. Para pintar me cuesta mas,. Porque busco huecos que mis hijas, trabajo y quehaceres me dejan!»

-Juan De Castro-

«Muchas menos, claro. Pero no las hecho en falta en absoluto, o al menos no demasiado.

Profundizando, es un cambio de rutinas y de saber organizarse un poco mejor en mi opinión. Si antes podía en cualquier momento consultar este o aquel libro, o quedar con los amigos a una partida o lo que sea, ahora es hacerte un poco un cuadrante de qué tiempo dispones, lo que te urge o llena más del hobby, e ir sacando huecos.

Sabes que se acabaron esas quedadas de día entero en el club, y que, de hacerlas cada mes, quizás ahora puedas hacerlas 1 o 2 veces al año. Pero sabes que hay muchos meses y que una buena organización te va a permitir quizás 1 hora al día o un poco más, y en mi caso 1 o 2 partidas semanales si sabes (o puedes) cuadrar los horarios con tus responsabilidades como padre. Por suerte, con mi pareja puedo repartirme un poco el tiempo libre del que disponemos y eso ayuda mucho a ello.»

-Carlos Moros-

«Pues ahora viene la madre del cordero. La norma habitual suele ser una partida cada dos semanas, un sábado si otro no, aunque gracias a la santa paciencia de mi mujer y la existencia de esos personajes maravillosos que son los abuelos, puedo jugar varios sábados seguidos e incluso jugar algún torneillo todo el día.

Dedicamos toda la tarde del sábado a jugar así que podemos tirarnos más de 4 horas tranquilamente. Pintar en si no se ha reducido, se hace de noche en paz y tranquilidad.

Bonus track: debido a los horarios de trabajo de mi mujer, paso yo más tiempo con la niña, así que prácticamente desde que nació, me la he llevado conmigo a todas partes, eso incluye a jugar partidas en nuestro local de juego o en la tienda de mi fenicio local. Aquí doy las gracias a mis amigos y compañeros de afición por la santa paciencia al tener que interrumpir una partida por dar un biberón, cambiar un pañal y todos los “problemas” derivados de la presencia de mi hija en las partidas durante estos 8 años.»

-Domingo Cáceres-

«Pues prácticamente pintar pinto las mismas horas y casi siempre los fines de semana unas tres o cuatro horas, de media por fin de semana, pero jugar, relativamente  juego más, mi esposa me animó a jugar fuera de mi entorno, que como he dicho antes era un verdadero coñazo, participé en una liga de Mordheim  y par de  Bolt Actión en Quimera y algo con mis antiguos amigos, con mi hijo, ya un tallo de 1,87 y 16 años juego al Zombicide siempre y cuando jueguen sus amigos. Tras la pandemia, me he propuesto ir a todos los torneos de Bolt Action que pueda.»

-JuanFran-

¿Mis rutinas en el hobby han cambiado?

«Seré de los pocos que continua con su rutina de una partida a la semana. Mi mujer me apoya en esto más que nadie, y jamás me ha torcido el morro por jugar. Al revés, esa es mi suerte…»

-Juan De Castro-

«No he sido muy de rutinas, pinto cuando me apetece y juego cuando puedo, no varía mucho desde antes de Carlos y después de Carlos. Cuando era bebé, quizás pintaba poco y jugaba menos, pero no hubo mucha variación.»

-JuanFran-

«Sí, totalmente, pero sobre todo en lo que a torneos se refiere. Entre semana, puedo más o menos seguir con mis rutinas cuando el goblin está controlado, pero los fines de semana que antes eran de torneos habitualmente, ahora puedo 1 al mes como mucho; Los fines de semana es normalmente cuando podemos vernos con la familia, los amigos, etc., y no puedo igualar el tiempo del que disponía antes con el de ahora, ya que los abuelos están muy implicados con el enano.

Pero de nuevo, es cosa en mi opinión de organizarse un poco mejor, aunque todo depende también del apoyo que tengas. Si no dispones de él, por el motivo que sea, te queda prácticamente el horario nocturno para pintar o montar o lo que sea, cuando la chavalería esté soñando con las cosas maravillosas que te enseñarán al día siguiente.»

-Carlos Moros-

«Si han cambiado, se ha reducido el tiempo de juego y las salidas a comprar y saquear las tiendas de donde obtenemos el mana que nos alimenta (y el presupuesto destinado a ello también..). Pero como he dicho antes, desde que me ha sido posible y cuando podía, me he llevado a mi hija conmigo, así que una visita al Sacro Santo Triangulo Friki de Barcelona, conlleva pasar por Norma Cómic, Gigamesh, tiendas donde haya lego de Harry Potter o Marvel, para acabar en Goblintrader.

Si, practico adoctrinamiento friki positivo. Y la ruta de peregrinaje que hacia los fines de semana en pos del vicio, sigue siendo la misma.

En casa puedo tener a la vista el material de trabajo sin problema alguno, y de vez en cuando hasta pintamos los dos alguna figurilla. A ver si así le pica el gusanillo a mi hija.»

-Domingo Cáceres-

¿Una anécdota para recordar, relacionada con el hobby y la paternidad?

«Pues creo que desde que ha nacido no he perdido ni una partida, la llamaremos Vera “Talisman” de Castro.»

-Juan De Castro-

«Siempre pienso en cuando mi hija herede mis miniaturas, si las vendera, se las quedara, o las tirará a la basura…»

-Enric-

«Pues la primera vez que tuve que llevarme a mi hija a una partida de la Lliga Catalana de Flames of War, que se jugada en la tienda Central de Jocs: toda una experiencia.

Carrito con toda la logística pertinente para atender a una criatura, bolsa de mano con todas la miniaturas de un ejercito ruso de 15 mm a 1750 puntos de la vieja V3. Siempre agradeceré la paciencia de mi contrincante, y de los dueños de la tienda y su buena disposición cuando avisé que no tenia canguro y si o si se tenia que venir conmigo. Creo que era la primera vez que se paraba una partida por cambio de pañales.

Como apunte y resumen, es que tener un hobby y ser padre no es nada fácil, y no podemos dejar fuera de la ecuación a nuestras parejas, que son las que llevan la carga cuando “desaparecemos un ratito para tirar dados” o “me voy un rato a pintar”. Se trata de buscar un equilibrio entre nuestra vida familiar y la social. En mi caso particular he tenido mucha suerte con el apoyo de mi mujer y mucha suerte con la forma en que mi hija crece y madura, y por que no reconocerlo: va cayendo en el lado oscuro de la fuerza friki aunque los wargames aun le queden lejos.»

-Domingo Cáceres-

«La verdad es que no tengo muchas anécdotas sobre esto, ya que mi goblin fanático suele irse con sus juguetes y respeta mucho mis cosas del hobby (no como el gato), y de momento no me acompaña a los torneos. Sin embargo, ya se conoce todas las tiendas que visito yo en Zaragoza, y me acompaña encantado, ya que sabe que en todas ellas hay juegos de los que a él le gustan.

En una de estas veces, justo después del confinamiento, visitábamos una de las tiendas del barrio, y tenían unas galletas que nadie compraba, pero que a él le gustaban mucho. Los frikis no comemos galletas de manzana mientras jugamos, eso está claro. Como nunca le compraba nadie esas galletas, al final el tendero me dijo que me esperase un momento, y le regaló una caja llena con decenas de paquetes de galletas que nos duraron meses, vaya show, y mi hijo como si le hubiese tocado la lotería. Desde ese día, la conoce como la tienda de las galletas y cada vez que pasamos, hay que ir a comprar alguna bolsa de patatas o algo de picar por lo que tenemos que evitar la calle de las galletas.»

-Carlos Moros-

«Tened en cuenta que mi chico ya tiene 16 años. Cuando nos enteramos que iba a ser niño, empecé a hacerme el cuento de La Lechera, contando con qué edad podría pintar «quecos» y entender las reglas de un manual. 

Él me veía pintar y jugar. Un día con unos 8 o 9 años, me dijo que si podía pintar una miniatura. Con lágrimas en los ojos, le di un pincel, unos botes de pintura y un orco imprimado de Fantasy. Creo que de cuarta o quinta edición. Mi hijo iba a pintar una miniatura: a los 15 minutos se levantó de la mesa y se fue -esto es un rollo, papá- 

Otro día me dijo que quería jugar. El corazón me dio un vuelco, no todo estaba perdido. Preparé una mini batalla a pocos puntos, marines espaciales, contra Orkos. Ahí estábamos los dos, él defendiendo el Imperio  y yo intentando destruirlo – ¿Te ha gustado?- Pregunté con un hilo de voz, saliendo de mi garganta -No está mal-. No está mal. El cielo se abrió ante mis ojos: ya tenía con quien jugar, ya me veía con él, cientos de horas, cientos no, miles de horas, rodeados de dados, escenografía, miniaturas, manuales. –¿Papá me puedes pintar un equipo de Blood Bowl?- -Uno no, tres, Norses, Orcos y Caos- -¿Papá me puedes pintar una banda de skavens  para Morddheim?- -¿Papá puedes hacerme un Kill Team Tau?- Y yo pinta que te pinta, haciéndome cuentas, Warhammer 40.000, Blood Bowl, Mordheim, Kill Team y hasta Bolt Action.

 Hasta que un día….- Carlos, ¿jugamos a…? Y llegó la fatídica respuesta –Pufffff que pereza, es que a mí, lo de los dados…prefiero el mando de la Play- En ese momento, el cielo como temían los irreductibles galos, se cayó sobre mi cabeza y queridos amigos: salvo contadas, contadísimas excepciones y siempre y cuando alguno de sus amigos quiera jugar, no he vuelto a jugar con mi hijo. Ni siquiera en el confinamiento. Mi hijo ha crecido, entre pinceles, manuales y muñequitos. Nunca quise obligarle a jugar o pintar, para que no sintiera rechazo a mi hobby, pero él lo ha rechazado alegando que no le gusta la aleatoriedad del dado. Cuando veo a padres tirando dados con sus hijos, siento envidia, mucha envidia.»

-JuanFran-

This is the End

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